Un poco de nuestra historia
Hace diez años, un arquitecto, cautivado por los paisajes, llegó a la Isla de Chiloé. No era su primera visita, pero esa vez fue diferente. Se dejó envolver por la esencia de un lugar donde la ciudad y la naturaleza se fundían en una única comprensión. En este rincón del mundo, las transiciones no eran forzadas, y la morfología no se imponía sobre el entorno. La arquitectura, en cambio, nacía de la armonía con las condiciones naturales del paisaje, como si fuera una extensión de él mismo.
Hace diez años, este arquitecto chileno decidió reconstruir y remodelar un palafito chilote, respetando su esencia. Su propósito era mantener esa conexión profunda con el espacio natural, donde lo terrestre y lo marítimo se confunden, y las personas viven en una constante transición espacial.
Hace diez años, nació un proyecto familiar con el sueño de recibir a quienes llegan desde rincones lejanos del mundo a Chiloé. Queríamos ser parte de la bienvenida, ofrecerles un espacio auténtico, impregnado de la esencia de la isla, donde cada rincón muestre la verdadera magia de este lugar.